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La dama blanca de la inmensidad antartica

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Hace ya dos años desde que le vi… En un día y lugar opuestos a este; no en un cálido día postrado en mi cama, sino durante el más frío invierno que enfrente como explorador en la helada Antártida. Aunque, no es el frío lo que recuerdo…

Recuerdo haberme despertado aquel día, sin recuerdos de haber dormido. Desperté a las puertas de un entramado y laberíntico jardín, acompañado por una fresca brisa y un ameno sol.

Pese a lo extraño de mi situación, mi cuerpo parecía arrastrarme hacia el jardín, así que le seguí. Mi mente solo deambulaba perdida mientras recorría aquel misterioso y maravilloso lugar; me había olvidado completamente de la Antártida, de la exploración. Solo admiraba aquellos laberínticos muros de hiedra;  de los cuales crecían camelias rojas como la sangre, las cuales incluso al caer, adornaban el suelo de aquel lugar, mientras trinitarias de un naranja fugaz y el perfume de rosas blancas como la nieve daban por terminada la escena.

Y una puerta… si, una puerta en medio de aquel lugar, enmarcada en un muro cubierto de hiedra y flores, era una puerta muy peculiar; pues tenía cierta semejanza a un corazón.  No le puse mayor cuidado, ya estaba allí, ¿Qué más podía hacer sino abrirla? Solo vi tinieblas tras el umbral de aquella puerta;  una oscuridad tan densa, que la luz del sol parecía ceder ante ella… Aun así, entré, algo me impulsó a hacerlo, y al dar un paso en medio de la perenne oscuridad, caí.

Caí y caí, sin saber siquiera si realmente lo hacía. Al cabo de lo que pareció una eternidad, vi luces, coloridos resplandores que provenían de lo más recóndito de la oscuridad que yacía bajo mis pies, acercándose cada vez más. Pude ver, cuando finalmente pasaron junto a mi; que aquellos colores fulgurantes eran en realidad vitrales, que se detuvieron finalmente unos cuantos metros  sobre mi cabeza.

Había tocado el fondo, a pesar de la larga caída, no pude notar el momento en que mis pies tocaron el suelo ajedrezado,  que parecía haberse materializado en el acto, podía verlo con total claridad, incluso cuando la única iluminación la proveían  los vitrales, podía verlo claramente; extendiéndose infinitamente en todas direcciones. Caminé sin rumbo por aquel lugar, sin miedo, sin inquietud, solo intriga por mi situación. “Alas, pobre de mí” me dije para quebrantar el gélido silencio del lugar, hasta que otro sonido lo hizo; una melodía mecánica, tan familiar como desconocida…

En medio de aquel lugar adornado por la oscuridad, sobre una enorme caja de música, vi a la mujer más hermosa que hubiera visto alguna vez. De piel clara y tersa, esbelta, de hermoso rostro,  con  ojos y cabello blancos como la nieve. Traía un vestido del mismo color con encajes de rosas blancas, el cual dejaba al descubierto sus piernas; sobre las cuales se  dejaba ver un lazo azulado, entrelazado alrededor de su pierna izquierda el cual llegaba hasta sus descalzos pies.

Debí haberme quedado absorto en su imagen durante un buen rato. Pues recuerdo cuando rió y me preguntó si ya había terminado. Tal pregunta me libero de su hechizo y comenzamos a platicar, hablamos durante horas… De mi, de ella, mayormente de ella; pues parecía conocerlo todo acerca de mi. Hablamos de sus cosas favoritas, de las cosas que le disgustaban, de la vida, de la muerte, de la belleza, de la tristeza… y de sus nombres. De los muchos nombres que le habían dado, y de cómo no le gustaban. Decidí darle otro, solo por seguir la corriente; la llamé Celia. Se quedó pensativa un momento y sonrió; parecía que le agradaba. Continuamos con nuestra conversación durante un rato, cuando repentinamente  me indicó que debía irme.

No quería hacerlo, no quería irme. Pero algo me decía que tampoco podía quedarme. Tenía que decirle algo, hacer algo, si no ahora, sabía que nunca volvería a tener la oportunidad. Así que lo hice, le pedí un baile, un vals al ritmo de aquella caja de música. Deseé que aquel momento durase para siempre, que cada instante se quedase grabado en mi mente… Pero la despedida fue rápida y fugaz, sin que pudiese hacer nada; ella puso sus dedos sobre mis labios y me dijo: Adiós.

Desperté en la fría nieve, en medio de las voces de mis compañeros. Confundido y mareado, el dolor me invadió, punzando agudamente en mi pierna izquierda…

Mi pierna aun recuerda el dolor, pero este dolor es un recuerdo de ella… Hoy, hoy seguramente la vuelva a ver, ¿me pregunto qué vestido traerá esta vez? Y espero no le moleste que no pueda bailar… Estoy seguro, estoy seguro de que entrara por aquella puerta, y le diré:

“Hey Celia, cuánto tiempo sin vernos”. Y ella me responderá con una sonrisa…

-Quizás no el suficiente…
Si lo se, el titulo quizás no sea acertado. Pensaba que un titulo que no tuviera relación directa con la trama seria (irónicamente) apropiado para la historia, pero quizás no sea el caso.

Pd: Si alguien sabe de donde saque el titulo....tendrán mis respetos puesto que no tengo mas para dar xD (watch, supongo). ¿referencias? ¿Donde?
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